Todas las personas
tienen talentos, defectos y necesidades, y es en estas últimas, donde se acude
a los demás para que brinden su ayuda; o es en ellas también, donde se presenta
una maravillosa oportunidad: ayudar a las personas. Ayudar no solo significa
darle dinero al pobre, darle comida al hambriento o regalar ropa al desnudo; la
ayuda se puede brindar desde cualquier situación en la vida, y a cualquier persona: a la
familia en el hogar, a los compañeros en la escuela o el trabajo, a la sociedad
en el cumplimiento de las normas, a los más pequeños enseñándoles lo que no
saben, etc. Lo que en realidad importa no es el tamaño de la acción, sino la
acción en sí: el hecho de facilitarle la vida a otra persona en algún aspecto.
Toda acción sale de una
decisión, y toda decisión que se toma está basada en principios y valores
personales. En el momento en que alguien decide brindarle ayuda a alguna
persona, entran en juego los valores humanos por excelencia, que son los que
constantemente se reflejan en las acciones cotidianas de las personas. De
acuerdo con el sitio web “Budismo Tibetano”, cuyos temas son referentes a los valores
y a la sociedad actual, uno de los valores principales de los seres humanos es
la solidaridad: “ [...] de los valores humanos por excelencia, [...] la
colaboración mutua en la personas, sentimiento que mantiene a las personas
unidas en todo momento, sobretodo cuando se vivencian experiencias difíciles de
las que no resulta fácil salir.” (2013), como se puede ver, los valores son consecuencia
de los sentimientos, y los sentimientos se tienen por naturaleza, por lo que
los valores son parte fundamental de la existencia de todos los hombres, es
decir, todos, en algún momento determinado, son capaces de ayudar a alguien que
lo necesita.
Un ejemplo
de solidaridad y caridad en la sociedad, son todas las fundaciones y
asociaciones sin fines de lucro, las cuales buscan hacer un bien a quienes más
lo necesitan, ya sea en aspectos económicos, educativos, alimenticios, de
salud, etc. Durante una entrevista a la Directora General de la Casa Hogar “El
Reino de los Cielos”, la señora Adriana Avilés, comentó que lo principal, en su
experiencia, que mueve a una persona a ayudar a otra, es la empatía, es decir,
el hecho de ponerse en su lugar e imaginar que podría ser ella quien necesitara
esa ayuda, y el sentimiento tan hermoso de saber que existe alguien que pudiera
tenderle la mano, por lo que ella, movida por sus valores y sentimientos,
decidió ayudar a quienes más lo necesitan. Comentaba también, que algo muy
bueno de ayudar a los demás es la satisfacción tan grande que queda después de
saber que se ha hecho lo correcto, mismo sentimiento que sigue impulsando a
continuar realizando este tipo de acciones, que aunque a veces implican
sacrificios personales, valen totalmente la pena.
Como todo
en la vida, existen aspectos positivos y aspectos negativos en cualquier ámbito
de la vida; y este caso no es la excepción. La directora de la casa hogar
comentaba que, un aspecto muy desalentador de esto, es que precisamente las
personas a las que se les ayuda, desgraciadamente no tienen un nivel de
educación ni siquiera básico, y la mayoría de ellos suelen ser poco
agradecidos, a tal grado, que en lugar de sentir gratitud por lo que se hace
por ellos, exigen que cada vez se les dé más; comienzan a ver las acciones de
quienes los ayudan como si fuese obligación, y esto es algo que, sin duda,
quita los ánimos de seguir adelante, pues ¿a quién le gusta que no se le
reconozca su trabajo? y ¿a quién le gusta que le exijan sin dar nada a cambio?,
es por ello que se debe recordar que, cada vez que alguien brinda su ayuda
desinteresada, se debe ser agradecidos, y demostrar esa gratitud, pues dice un
dicho que “la gratitud no demostrada, es como un regalo empacado que nunca se
entregó”, y también, porque a todos les gusta sentirse agradecidos.
Como se ha analizado, las
acciones más pequeñas, pueden tener un valor inimaginable para otras personas,
quienes a su vez, al haber recibido ayuda, es muy probable que quieran
brindarle esa misma ayuda a alguien más, y ¿por qué no? crear así una cadena de
ayuda para crear en la sociedad un poco más de consciencia de las necesidades
de los demás, de tal forma que se les brinden algunos privilegios a quienes
están privados de ellos. No importa la situación en que alguien se encuentre,
sin duda, siempre se le presentará la oportunidad de ayudar a un tercero, y conocerá
esa satisfacción tan grande que queda tras realizar una buena acción. ¿Qué se
pierde con intentar? El miedo, solamente eso; por otro lado, al haber probado,
sin duda, muy probablemente querrá repetirlo, y así, se formará el hábito de
ayudar a los demás desinteresadamente, donde inconscientemente se está ayudando
a sí mismo a ser mejor persona.
Por: Adriana Tapia e Isabel Jáuregui
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